La cantante y compositora Maddi Zubeldia Arozena nació en San Sebastián en 1961 y vive en Ciboure desde los 11 años. Proveniente de una familia de bertsozales (aficionados al bertsularismo), la poesía y el canto alimentarán a Maddi desde una edad temprana y serán la base de su desarrollo artístico. Enamorada del euskara y de los idiomas, primero eligió transmitir esta pasión con la docencia en la federación Seaska, y más específicamente en la ikastola de Ascain, donde todavía enseña.

La escritura, tanto musical como literaria, siempre ha estado presente en Maddi, primero en lo íntimo y luego en un círculo familiar. Así que, de manera natural, sus hijos y sobrinos le pedirán que escriba para su grupo Unama algunas de sus canciones contribuyendo mucho al éxito de éste. Aparte del gusto por escribir y componer para su familia, esta colaboración actuará como un verdadero desencadenante que decidirá a Maddi a compartir sus creaciones más allá del círculo de su familia.

Así, además de los álbumes Hamaika aztarna (2013) y Intimitartean (2015) que produjo con su banda H-Eden, será premiada dos veces en la categoría poesía del concurso «Creación» del Instituto Cultural Vasco. Su primera novela «Deserria haurtzaro» publicada por Elkar en 2017, será finalista del premio «111 Akademia» como mejor libro en lengua vasca. Publicará la colección de poemas «Immersion / murgiltze» en colaboración con Anne Fruchon y Bernard Olczak, publicada en abril de 2018 por Zortziko. Su tercer libro «Erran gabe doa», nueva novela, acaba de ser publicada por Elkar en abril de 2019. Por último, para completar su paleta artística, participara como actriz en la obra «Oroitzen naizeino», que ella misma escribió y en la que actúa desde octubre de 2017.

En « Zimurrak baleki », esta «melancólia reconfortante» en la que reconocemos a Maddi desde su primer álbum, sigue estando tan viva y expresiva. Melancolía de un corazón confrontado a las vicisitudes e incoherencias de este mundo. Consuelo de la fuerza maternal frente a los diferentes escollos de la existencia. Esta fuerza requiere un anclaje, el cual reside artísticamente en el calor de la música tradicional, de aquí y de otros lugares. Así podemos encontrar las influencias sudamericanas y celtas de Maddi, ya presentes en sus álbumes anteriores. Precisamente, este anclaje permite la apertura. Su colaboración con Josean San Miguel y su expresión contemporánea abre el campo léxico de su música hacia nuevos paisajes y texturas sonoras. En cuanto al resto, Patrice Têtevuide es el artesano que da forma a las canciones, Lerman Nieves el que da forma al cuarteto de cuerdas. Su familia, siempre presente: Unai su hijo al Bouzouki, Nahia su hija a la voz, Iñaki su sobrino a la percusión. Xano Urtxegi, el fiel amigo, está al acordeón … desde su primer álbum. Por último, Michel Claudio con la mandolina y Cristina Vertíz con el violín afinan su sutileza a la del canto de Maddi.

«Euskal label diskografikoaren aldeko laguntza»